María Elena Sarmiento
¿Saben cuál fue el problema con el perro de las dos tortas? ¿Sí recuerdan la anécdota? Hablo del de las dos tortas, no de los del Cerro de la Estrella.
Era un perro que tenía una torta en el hocico, pero al asomarse a un lago, le pareció que su reflejo era otro perro con otra torta, el zonzo soltó la suya por morder la otra y el resultado fue que se quedó sin ninguna.
¿Saben cuál fue su problema? Que una de las dos tortas no era real. Ése es un gran problema al que nos enfrentamos muchos con frecuencia porque andamos por la vida en la baba, sin cuestionarnos, dejándonos llevar por las ilusiones que se nos presentan en el camino y que a veces nos hacen perder nuestra torta. En un mundo que está hecho para que sigamos a la manada sin detenernos, qué difícil nos resulta hacer un alto para pensar qué debemos morder y qué sería mejor dejar pasar. No es que haya una receta mágica. Uno tiene que pensar por uno mismo, pero hay formas de hacerse la vida más fácil.
Hay toda una tradición de personas que han meditado sobre distintos asuntos y que nos pueden ayudar a tener un marco referencial del cual asirnos.
Aquí tenemos a un hombre con dos libros, pero, a diferencia del perro, Juan Antonio Rosado observa con mucho cuidado la realidad, recapacita, la analiza con su mente estructurada a través de la disciplina que ha mostrado por años, la compara contra la opinión de otros expertos y se da cuenta de cuál es la verdad y cuál el engaño. Toma una postura intelectual y se apasiona con ella. La estructura la pone por escrito, la confronta contra lo que han pensado los que se le oponen, la defiende.
Un hombre así, puede morder primero una torta y luego la otra y comerse las dos. Un hombre así nos brinda un espacio sólido de reflexión que se nos ofrece como un asidero para partir hacia nuestras propias deliberaciones.
Hoy estamos festejando la redición de dos de sus libros: El engaño colorido yJuego y revolución; los dos muy sólidos, hechos y derechos. Yo voy a leerles algo que preparé sobre El engaño colorido, pero ambos tienen la garantía de estar escritos por un hombre que no solamente es un erudito meticuloso, sino que además se apasiona con lo que hace y en ellos nos entrega mente, alma y corazón y, de esa forma, nos hace repensar lo que ya habíamos dejado reposar por sabido.
Por ejemplo: nos advierte de quienes sostienen que una imagen dice más que mil palabras. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso? Juan Antonio Rosado dice en El engaño colorido que quienes sostienen eso están equivocados y tal vez deseen hacernos caer en la trampa de no pensar en la realidad. Estructuramos nuestros pensamientos en palabras. No hay otra forma de pensar. De ahí que el lenguaje sea básico para el progreso. No es que la imagen no valga, pero ya establecimos lo que le pasó al perro.
Juan Antonio Rosado nos habla de la importancia de la palabra escrita. La oralidad se transforma y caduca con mayor rapidez. No hay nada como la escritura para dejar constancia de los pensamientos, además de que nos sirve para acceder a otras realidades y otros mundos.
Juan Antonio Rosado nos invita a darnos cuenta de que el analfabetismo seguirá siendo el arma de los regímenes autoritarios y nos cita a Salvador Elizondo, quien afirma que la escritura es la única forma concreta de pensamiento.
Creo firmemente que uno tiene una especie de disco interno, constituido por los temas que nos interesan, los sucesos y las personas que nos han forjado y por lo que hemos estudiado e investigado y vamos repitiéndonos. Nos encontramos a fulanito y le soltamos la parte de nuestro disco que creemos que le interesa y otro día le soltamos otra parte, pero cuando convive lo suficiente con nosotros, tarde o temprano empezamos a redundar. Ningún disco es infinito. La única diferencia tal vez es que el de un hombre culto es más amplio que el de los demás.
Los temas que se abordan en El engaño colorido son muy variados. Incluye la palabra, la escritura, la otredad y el miedo que nos provoca, el erotismo, las confusiones que genera y sus delicias, el arte y el negocio que se establece a su alrededor, la ausencia del principio rector, el pensamiento, vida y obra de los hombres que Juan Antonio admira, el charlatanismo de algunos que son admirados por otros y de los que han pasado a la posteridad por la insensatez de sus palabras, la violencia, las injusticias, las religiones y sus excesos, entre muchos otros.
Son temas muy interesantes en sí mismos, pero lo más valioso de El engaño colorido no estriba sólo en su diversidad porque no hay una obra, por vasta que sea, que trate todos los temas posibles y eso que dado que el disco interno de cada hombre es finito, la suma de los discos internos de todos los hombres también debe serlo. Es decir, los temas que se pueden tratar en éstos o en cualquier libro son limitados. Puede uno leer sobre cultura y civilización, por ejemplo, en la enciclopedia, en Chanoc y en El engaño colorido. La diferencia es cómo se abordan esos temas.
El engaño coloridoes una colección de ensayos escritos en un lenguaje claro y bien matizado, que plantea interrogantes y las va respondiendo con el sustento de una cultura superior y un rigor profesional, pero sin olvidar, de repente y sin previo aviso, el sentido del humor. De acuerdo con el autor, el ensayo es un género eminentemente dialógico. Al leer este libro, no sólo sostenemos una conversación con Juan Antonio Rosado sino también con los hombres que él admira y que pone uno frente al otro en un diálogo en el que el lector es testigo activo. Así, leemos lo que tienen que decir del asunto Juan García Ponce, sor Juana Inés de la Cruz y José Vasconcelos, sólo por citar a algunos en este momento.
Después del encuentro con este libro, el lector no tiene más remedio que repasar su realidad y encontrar que hay otras formas de mirarla. Eso es hacerse más culto. Eso es aprender. Eso es lo que logra El engaño colorido.
Hay un ensayo que lleva el mismo título y que habla del arte y de la realidad, de sus definiciones y sus indefiniciones y después de hacer un recorrido en donde se barren nuestras certezas, Juan Antonio Rosado le presta por unos segundos la voz a sor Juana Inés de la Cruz que en su soneto nos dice:
Éste que ves, engaño colorido,
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
Éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
Es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
Es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
La contemplación del arte, nos dice Juan Antonio Rosado, es la contemplación de la aparición de lo invisible. Qué delicioso nos resulta el engaño colorido y en este momento me refiero a todos los engaños coloridos, el del arte, el libro y el ensayo, y si no me creen, léanlo. Se los recomiendo.
No se vayan de aquí hoy sin comprar al menos uno de los dos libros de Juan Antonio Rosado. Les aconsejo leerlo con cuidado. Una dosis diaria nos puede ayudar a todos a ser mejores pensadores y, si en alguna ocasión nos preguntan cuál es la lectura que nos ha ayudado a forjarnos como personas, siempre ayuda tener un título a la mano. El engaño colorido podría ser una buena respuesta. Sólo recuerden que no lo escribió Krauze ni Carlos Fuentes (La silla del águila) sino Juan Antonio Rosado, este hombre que tenemos aquí enfrente y que ha ayudado a formar a muchos y al cual me siento muy orgullosa de llamar mi maestro y mi amigo. Gracias, Juan Antonio, por el honor que me conferiste al tenerme aquí a tu lado. Gracias a todos por su paciencia.
Texto leído en la presentación de El engaño colorido, el 22 de enero de 2013, en el Foro Cultural Chapultepec en la ciudad de México.